Las competencias laborales del profesional del futuro
Hablar sobre las competencias laborales que requiere el profesional del futuro pareciera un tema de discusión y preocupación actual, sin embargo, cada sistema educativo en su respectivo periodo histórico pasó por esta misma situación, pues el fin de la educación es formar a los futuros profesionales y formarlos para la vida. Pero en los últimos años los proceso de cambio y exigencias se han visto acelerados por las tendencias globalizadoras y la implementación de las TIC en muchos espacios de la vida diaria.
Al respecto, Levy y Murnane (2007) presentan un análisis de los futuros profesionales desde una visión economista. Los autores afirman que el empleo o función del ser humano en su lugar de trabajo era procesar la información antes de tomar una decisión.
Actualmente, este procesamiento puede ser realizado por un software que puede desempeñar esa labor de forma más ágil. Es evidente que la función de los nuevos profesionales debe ir más allá de solo procesar o asimilar la información, es decir, su capacidad profesional debe superar la de una computadora. Entonces ¿cuales habilidades son necesarias para obtener un buen empelo actualmente?
Según estos mismos autores, las computadoras aun no tienen la capacidad para representar la información o suponer escenarios solo con interpretar los gestos de una persona, o sea, son incapaces de determinar o articular reglas. Las computadoras pueden identificar y resolver problemáticas ya registradas o previstas por sus programadores, pero son incapaces de resolver nuevas situaciones. En este sentido, el ser humano aun mantiene la ventaja en la resolución de problemas y situaciones inductivas, o como señalan Levy y Murnane (2007), “pensamiento especializado, comunicación compleja, tareas cognitivas rutinarias, tareas manuales rutinarias, tareas manuales no rutinarias”. Por su parte Cheng (2007) presenta una visión antropológica de la situación laboral y afirma que la educación actual no está preparando a los jóvenes para el futuro, pues únicamente los forma para que desempeñen un trabajo. Denuncia que las metodologías aplicadas corresponden a la era industrial y se alejan de las exigencias del actual mercado laboral, en el cual, las grandes empresas tienden a disminuir su personal eliminando cargos medios, enfocándose en la atención personalizada. Buscan maximizar su calidad gracias al trabajo en pequeños grupos, es decir, el trabajo colaborativo y en equipo.
Este mismo autor propone la toma de decisiones, la solución de problemas y el pensamiento crítico como un requisito básico de los nuevos profesionales, además de la capacidad de realizar varias tareas o tener flexibilidad ocupacional. Resalta también, la importancia de la formación continúa de los profesionales, que les permita la flexibilidad ocupacional y la adaptación a los nuevos requerimientos, como señala Cheng (2007) “a la gente se le pide que contribuya con el tiempo, por medio de la integración de su propio conocimiento y experiencia con la de otros miembros. Los empleados deben moverse entre disciplinas y dominios del conocimiento”.
Al parecer las grandes empresas están contratando personas ajenas a la especialidad, con el fin de enriquecer la labor de los equipos de trabajo.
Como respuesta a esta nueva demanda las universidades están incorporando, dentro del currículo de cada carrera, cursos de diversas áreas del saber, lo que en Costa Rica se llama cursos optativos y de humanidades. Esta situación resulta contradictoria con la realidad de la educación superior, pues desde hace algunos años se ha criticado el currículo de las universidades públicas por incluir los cursos de Humanidades. Su principal crítica se fundamente en la cantidad de créditos que debe aprobar un estudiante para graduarse. Ante esta postura, las universidades privadas ofrecían un atractivo currículo sin estos cursos y con una graduación más próxima. Resulta curioso observar lo útiles que resultan los “cursos optativos”. Además de estos cursos, Cheng (2007) también propone enriquecer la labor de aula con actividades extracurriculares para ampliar las experiencias de los estudiantes.
Este cambio en las universidades se ha acelerado debido al rápido surgimiento de nuevas profesiones. Solo para ilustrar un poco el panorama, puede citarse que, en el 2004 aun no existían las profesiones de mayor demanda en el 2010, de igualmente se espera que las profesiones más demandadas para el 2020 tengan una fuerte base tecnológica.
Como menciona Soto (2011) “las nuevas tecnologías revolucionan la producción y los servicios, y generan nuevos oficios y profesiones. Dentro de poco, muchas personas se emplearán en trabajos que aún no existen.”
Por su parte, Gardner (2005) presenta una teoría sobre las cinco mentes o profesionales que se requieren para el futuro: creativos, disciplinados, sintéticos, respetuosos y éticos. Afirma que en una sociedad que gira en torno a la ciencia y los avances de la tecnología, la formación de profesionales con un fuerte sistema de valores no puede dejarse en manos de las exigencias del mercado laboral.
Acá sale a relucir una pregunta intrigante que formula Levy y Murnane (2007): ¿Cuál educación y cuáles habilidades se necesitan para tener un empleo decente en el mercado laboral creado por las computadoras y la globalización? Esta pregunta parece desenmascarar dos realidades del sistema educativo actual. Primero, que hay varios tipos de educación y que no todos sirven para tener un empleo decente; y segundo, que hay habilidades específicas e indispensables que se deben fortalecer en los centros educativos, y que sin las cuales resultaría penoso insertarse exitosamente en el mercado laboral. Lo único que resta es saber cuáles son las habilidades que se requieren actualmente para luego elegir el sistema educativo más apropiado para este fin.
Sintetizando la propuesta de los tres autores mencionados anteriormente se puede afirmar que el profesional del futuro debe ser una persona con capacidad de dominar las formas básicas de pensamiento, pero también las maneras de ampliar y actualizar su propia formación; con capacidad de comprender, asimilar y sintetizar un mar de información de forma útil y productiva; con capacidad de crear e innovar, respetuosa de los demás y con un desempeño profesional de excelencia y compromiso, digno de respeto. También se espera que sea flexible, abierto a los nuevos desafíos, con capacidad de realizar trabajo interdisciplinario y resolver problemas que probamente no existen hoy día.
Este perfil de estudiante y futuro profesional me lleva a cuestionar mi propia práctica docente, me coloca en una disyuntiva y me plantea un nuevo reto. Cuestiona mi labor docente porque me induce a debatir sobre la pertinencia de las estrategias metodológicas que suelo emplear con los estudiantes: clases magistrales, presentaciones multimediales, proyectos de investigación, video foros, mapas de relaciones, mapas mentales, cuadros comparativos, líneas de tiempo, entre otros. ¿Realmente estoy promoviendo las habilidades de un profesional del futuro? ¿Son éstas las mejores estrategias para formar a los profesionales cuyo trabajo aun no existe?
Este perfil profesional me coloca en una disyuntiva porque exige una labor responsable del docente y compromiso y esfuerzo por parte del estudiante. Sin embargo, las ocasiones en las que he intentado exigir un mayor nivel a mis estudiantes o he tratado de enseñar más allá del currículo planteado, me he enfrentado un mar de críticas, cuestionamientos y una fuerte resistencia al cambio por parte de estudiantes y colegas. Pero al mismo tiempo debo hacerlo, de lo contrario mi labor sería igual a la de todos los demás que solo exigen el mínimo.
También resulta un todo un reto para mi labor, porque implica romper paradigmas, enfrentarse a la crítica, aplicar la innovación metodológica y convencer a los estudiantes. Esto es lo que yo llamaría nadar contra corriente y desafiar el presente para comprometerse con el futuro.
Referencias
Cheng, K. (2007). The Postindustrial Workplace and Challenges to Education. En Marcelo M. Suarez (Ed.), Learning in the global era: International perspectives on globalization and education. Los Angeles, CA: University of California Press. Traducido al español.
Gardner, H. (2005). Las cinco mentes del futuro: Un ensayo educativo. México: Paidos.
Gardner, H. y Boix-Mansilla, V. (s.f). Enseñar para la comprensión en las disciplinas y más allá de ellas. En: Teachers College Record, 96 (2), 1-21.
Levy, F. y Murnane, R. (2007). How computerized work and globalization shape human skill demands. En Marcelo M. Suarez (Ed.), Learning in the global era: International perspectives on globalization and education. Los Angeles, CA: University of California Press. Traducido al español.
Soto, M. (2011). ¿Cuáles son las carreras del futuro? Recuperado de: http://redie.uc.cl/profiles/blogs/cuales-son-las-carreras-del