domingo, 27 de mayo de 2012

¿Debo devolverme o no cuando los estudiantes no dominan ciertos conocimientos o destrezas?

¿Debo devolverme o no cuando los estudiantes no dominan ciertos conocimientos o destrezas? 

Cuando se toma un grupo para abordar determinado curso o tema, se espera que los estudiantes manejen ciertos conceptos básicos o al menos hayan desarrollado las habilidades y destrezas necesarias para desempeñarse satisfactoriamente a lo largo del periodo lectivo como manejar las teorías básicas, identificar los instrumentos o herramientas y sus usos, identificar y despejar fórmulas o el conocimiento básico de programación, entre otros. Sin embargo, no siempre se cuenta con grupos tan aventajados. Puede ser que el grupo o algunos miembros de él no cuenten con los conocimientos necesarios para el logro de los objetivos o competencias propuestos. 

Hay varios factores que pueden intervenir o limitar el buen desarrollo de conocimientos previos o de habilidades: enfermedad del estudiante o el docente a cargo, falta de compromiso de parte de alguno de los dos, problemas familiares y problemas cognitivos, entre muchos otros que podrían mencionarse. Aunque las causas son variadas, resulta difícil iniciar el proceso de enseñanza aprendizaje sin las bases o estructuras necesarias. 

Para López (2009) el estudiante aprende un contenido cuando es capaz de darle significado, y este significado es posible sobre la base de significados que ha construido anteriormente. A estos significados también se les llama conocimientos previos. Es decir, que si un docente desea un aprendizaje exitoso, debe devolverse a reforzar las habilidades que el estudiante aun no ha alcanzado. Acá es importante aclarar que la responsabilidad no es exclusiva del docente, sino que también el estudiante tiene una cuota de responsabilidad y compromiso con su propio aprendizaje, pues es en definitiva, el más interesado en ser un excelente profesional. 

 Referencias

 López, J. (2009). La importancia de los conocimientos previos para el aprendizaje de nuevos contenidos. Recuperado de: http://www.csicsif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_16/JOSE%20ANTONIO_LOPEZ_1.pdf

Las competencias laborales del profesional del futuro

Las competencias laborales del profesional del futuro

 Hablar sobre las competencias laborales que requiere el profesional del futuro pareciera un tema de discusión y preocupación actual, sin embargo, cada sistema educativo en su respectivo periodo histórico pasó por esta misma situación, pues el fin de la educación es formar a los futuros profesionales y formarlos para la vida. Pero en los últimos años los proceso de cambio y exigencias se han visto acelerados por las tendencias globalizadoras y la implementación de las TIC en muchos espacios de la vida diaria. Al respecto, Levy y Murnane (2007) presentan un análisis de los futuros profesionales desde una visión economista. Los autores afirman que el empleo o función del ser humano en su lugar de trabajo era procesar la información antes de tomar una decisión. 

Actualmente, este procesamiento puede ser realizado por un software que puede desempeñar esa labor de forma más ágil. Es evidente que la función de los nuevos profesionales debe ir más allá de solo procesar o asimilar la información, es decir, su capacidad profesional debe superar la de una computadora. Entonces ¿cuales habilidades son necesarias para obtener un buen empelo actualmente? Según estos mismos autores, las computadoras aun no tienen la capacidad para representar la información o suponer escenarios solo con interpretar los gestos de una persona, o sea, son incapaces de determinar o articular reglas. Las computadoras pueden identificar y resolver problemáticas ya registradas o previstas por sus programadores, pero son incapaces de resolver nuevas situaciones. En este sentido, el ser humano aun mantiene la ventaja en la resolución de problemas y situaciones inductivas, o como señalan Levy y Murnane (2007), “pensamiento especializado, comunicación compleja, tareas cognitivas rutinarias, tareas manuales rutinarias, tareas manuales no rutinarias”.  Por su parte Cheng (2007) presenta una visión antropológica de la situación laboral y afirma que la educación actual no está preparando a los jóvenes para el futuro, pues únicamente los forma para que desempeñen un trabajo. Denuncia que las metodologías aplicadas corresponden a la era industrial y se alejan de las exigencias del actual mercado laboral, en el cual, las grandes empresas tienden a disminuir su personal eliminando cargos medios, enfocándose en la atención personalizada. Buscan maximizar su calidad gracias al trabajo en pequeños grupos, es decir, el trabajo colaborativo y en equipo. Este mismo autor propone la toma de decisiones, la solución de problemas y el pensamiento crítico como un requisito básico de los nuevos profesionales, además de la capacidad de realizar varias tareas o tener flexibilidad ocupacional. Resalta también, la importancia de la formación continúa de los profesionales, que les permita la flexibilidad ocupacional y la adaptación a los nuevos requerimientos, como señala Cheng (2007) “a la gente se le pide que contribuya con el tiempo, por medio de la integración de su propio conocimiento y experiencia con la de otros miembros. Los empleados deben moverse entre disciplinas y dominios del conocimiento”. 

Al parecer las grandes empresas están contratando personas ajenas a la especialidad, con el fin de enriquecer la labor de los equipos de trabajo. Como respuesta a esta nueva demanda las universidades están incorporando, dentro del currículo de cada carrera, cursos de diversas áreas del saber, lo que en Costa Rica se llama cursos optativos y de humanidades. Esta situación resulta contradictoria con la realidad de la educación superior, pues desde hace algunos años se ha criticado el currículo de las universidades públicas por incluir los cursos de Humanidades. Su principal crítica se fundamente en la cantidad de créditos que debe aprobar un estudiante para graduarse. Ante esta postura, las universidades privadas ofrecían un atractivo currículo sin estos cursos y con una graduación más próxima. Resulta curioso observar lo útiles que resultan los “cursos optativos”. Además de estos cursos, Cheng (2007) también propone enriquecer la labor de aula con actividades extracurriculares para ampliar las experiencias de los estudiantes. Este cambio en las universidades se ha acelerado debido al rápido surgimiento de nuevas profesiones. Solo para ilustrar un poco el panorama, puede citarse que, en el 2004 aun no existían las profesiones de mayor demanda en el 2010, de igualmente se espera que las profesiones más demandadas para el 2020 tengan una fuerte base tecnológica. 

Como menciona Soto (2011) “las nuevas tecnologías revolucionan la producción y los servicios, y generan nuevos oficios y profesiones. Dentro de poco, muchas personas se emplearán en trabajos que aún no existen.” Por su parte, Gardner (2005) presenta una teoría sobre las cinco mentes o profesionales que se requieren para el futuro: creativos, disciplinados, sintéticos, respetuosos y éticos. Afirma que en una sociedad que gira en torno a la ciencia y los avances de la tecnología, la formación de profesionales con un fuerte sistema de valores no puede dejarse en manos de las exigencias del mercado laboral. Acá sale a relucir una pregunta intrigante que formula Levy y Murnane (2007): ¿Cuál educación y cuáles habilidades se necesitan para tener un empleo decente en el mercado laboral creado por las computadoras y la globalización? Esta pregunta parece desenmascarar dos realidades del sistema educativo actual. Primero, que hay varios tipos de educación y que no todos sirven para tener un empleo decente; y segundo, que hay habilidades específicas e indispensables que se deben fortalecer en los centros educativos, y que sin las cuales resultaría penoso insertarse exitosamente en el mercado laboral. Lo único que resta es saber cuáles son las habilidades que se requieren actualmente para luego elegir el sistema educativo más apropiado para este fin. Sintetizando la propuesta de los tres autores mencionados anteriormente se puede afirmar que el profesional del futuro debe ser una persona con capacidad de dominar las formas básicas de pensamiento, pero también las maneras de ampliar y actualizar su propia formación; con capacidad de comprender, asimilar y sintetizar un mar de información de forma útil y productiva; con capacidad de crear e innovar, respetuosa de los demás y con un desempeño profesional de excelencia y compromiso, digno de respeto. También se espera que sea flexible, abierto a los nuevos desafíos, con capacidad de realizar trabajo interdisciplinario y resolver problemas que probamente no existen hoy día. 

 Este perfil de estudiante y futuro profesional me lleva a cuestionar mi propia práctica docente, me coloca en una disyuntiva y me plantea un nuevo reto. Cuestiona mi labor docente porque me induce a debatir sobre la pertinencia de las estrategias metodológicas que suelo emplear con los estudiantes: clases magistrales, presentaciones multimediales, proyectos de investigación, video foros, mapas de relaciones, mapas mentales, cuadros comparativos, líneas de tiempo, entre otros. ¿Realmente estoy promoviendo las habilidades de un profesional del futuro? ¿Son éstas las mejores estrategias para formar a los profesionales cuyo trabajo aun no existe? Este perfil profesional me coloca en una disyuntiva porque exige una labor responsable del docente y compromiso y esfuerzo por parte del estudiante. Sin embargo, las ocasiones en las que he intentado exigir un mayor nivel a mis estudiantes o he tratado de enseñar más allá del currículo planteado, me he enfrentado un mar de críticas, cuestionamientos y una fuerte resistencia al cambio por parte de estudiantes y colegas. Pero al mismo tiempo debo hacerlo, de lo contrario mi labor sería igual a la de todos los demás que solo exigen el mínimo. También resulta un todo un reto para mi labor, porque implica romper paradigmas, enfrentarse a la crítica, aplicar la innovación metodológica y convencer a los estudiantes. Esto es lo que yo llamaría nadar contra corriente y desafiar el presente para comprometerse con el futuro. 

Referencias 

Cheng, K. (2007). The Postindustrial Workplace and Challenges to Education. En Marcelo M. Suarez (Ed.), Learning in the global era: International perspectives on globalization and education. Los Angeles, CA: University of California Press. Traducido al español. 

Gardner, H. (2005). Las cinco mentes del futuro: Un ensayo educativo. México: Paidos.

 Gardner, H. y Boix-Mansilla, V. (s.f). Enseñar para la comprensión en las disciplinas y más allá de ellas. En: Teachers College Record, 96 (2), 1-21. 

 Levy, F. y Murnane, R. (2007). How computerized work and globalization shape human skill demands. En Marcelo M. Suarez (Ed.), Learning in the global era: International perspectives on globalization and education. Los Angeles, CA: University of California Press. Traducido al español.

 Soto, M. (2011). ¿Cuáles son las carreras del futuro? Recuperado de: http://redie.uc.cl/profiles/blogs/cuales-son-las-carreras-del

sábado, 19 de mayo de 2012

Aprender y educar 

La educación no es ajena a las crisis y demandas de la sociedad actual. Los centros educativos, programas, cursos, carreras y docentes deben conocer y atender las nuevas demandas de la sociedad y las problemáticas que surgen con la modernidad como: intolerancia, exclusión, discriminación, entre otras. En este sentido el aprendizaje y la educación requieren de atención especial. 

Aprender es adquirir nuevos conocimientos, reformular los que ya se tienen o crear nuevas relaciones entre las estructuras de conocimiento. En el proceso de aprendizaje no se agota, es un proceso continuo. En el proceso educativo, aprenden tanto los estudiantes como los docentes. Es un proceso de conocimiento recíproco. 

Educar es enseñar, guiar, orientar y facilitar los procesos de aprendizaje. Para que este proceso sea efectivo se deben planificar actividades y estrategias de mediación acorde a las capacidades cognitivas de quien aprende, propiciar espacios de interacción y fomentar los conflictos cognitivos. El cómo se educa puede ser determinante en cómo se aprende. Como señala la UNESCO (2009) “la cultura de los docentes presenta diferencias en su forma y su práctica” por lo que el aprendizaje no siempre va ha ser igual aunque se pretenda. 

Capa docente enseña de acuerdo a sus estrategias y desde su preparación inicial, a su vez, cada estudiante aprende desde sus conocimientos previos y de acuerdo a su capacidad cognitiva. El aprender es complementario del proceso de enseñar, por lo que la mejora o reformas en cualquiera de los dos deben realizarse en conjunto y con políticas y criterios unificados desde las autoridades educativas hasta el trabajo de aula. 

 Referencias: 

UNESCO (2009).Experiencias de enseñanza y de aprendizaje para copartir. Recuperado de: http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001826/182698s.pdf